El monasterio del Escorial, edificado entre 1563 y 1584, supone la superación de la arquitectura purista castellana. Lo mandó edificar Felipe II como lugar de retiro espiritual. Inició el proyecto Juan Bautista de Toledo, al que sucedió en 1567 Juan de Herrera, y contó con la supervisión constante del rey.
El monasterio está concebido como un pequeño universo, es decir, un espacio en el que se encuentran todos los elementos que caracterizaron a la monarquía hispánica. Comprende el palacio real, la basílica, un monasterio jerónimo y un estudio o seminario. La planta cuadrada toma su modelo del palacio clásico con torres en las esquinas, y fue creada a partir de un módulo con cuatro patios principales y otros menores que evocan a la parrilla sobre la que fue martirizado San Lorenzo, al que está consagrado el monasterio.
En el eje de la entrada se encuentra se encuentran la basílica y la biblioteca, que simbolizan la unión entre el saber religioso y el saber profano.
La basílica tiene planta central de cruz griega con un coro a los pies y fue diseñada por Paccioto siguiendo el modelo de San Pedro del Vaticano.
En el proyecto de Juan Bautista de Toledo la altura del edificio era menor y la Iglesia emergía notablemente del conjunto. Juan de Herrera elevó la construcción y le dio un aspecto más compacto y monumental definitivo. También redujo el número de torres de para subrayar la horizontalidad. Herrera concibió el diseño del edificio según principios formales precisos, utilizando el cubo, que se consideraba la forma más perfecta que existía.
En el proyecto de Juan Bautista de Toledo la altura del edificio era menor y la Iglesia emergía notablemente del conjunto. Juan de Herrera elevó la construcción y le dio un aspecto más compacto y monumental definitivo. También redujo el número de torres de para subrayar la horizontalidad. Herrera concibió el diseño del edificio según principios formales precisos, utilizando el cubo, que se consideraba la forma más perfecta que existía.